En octubre se celebrarán las elecciones presidenciales venezolanas, y los noticieros burgueses nos recordarán machaconamente que se hace necesario enviar observadores internacionales y acompañantes acreditados para la supervisión de los comicios, que "corren peligro de ser amañados y ensuciados por el oficialismo/chavismo". Una nación rebelde, antiimperialista y posneoliberal paga por su "osadía" el precio de no continuar subida al carro de los malhechores con credenciales "modernas y democráticas".
Esto explica que con Colombia se tienda a hacer la vista gorda cada dos por tres, a pesar de las flagrantes violaciones de los derechos humanos que en se país se cometen, casi como si de una cancerosa tradición nacional se tratase. Los pueblos no son malvados. Determinados gobiernos o políticas concretas de los mismos sí lo son.
El régimen colombiano no es el único en la región que parece en ella una muela cariada. Lo que pasa es que destaca en su especie como un carnicero "natural", que porta en una mano los principios del Estado de Derecho, y la jeringa con solución letal en la otra. Contra las reivindicaciones populares todo vale, según el sistema oligarconarcoterrorista. Y por vías expeditivas, es más fácil y rápido.
¿Hasta cuándo señoreará en este contexto la impunidad prácticamente plena o la insuficiente represión y prevención de las truculencias?
La coordinadora del texto sobre violaciones de los derechos sindicales de la CSI, Sara Hammerton, señaló que con 56 sindicalistas asesinados el año pasado Latinoamerica es “región más peligrosa para los líderes de los trabajadores”.
Hammerton agregó que 29 muertes ocurrieron en Colombia y otras 10 en Guatemala, con respecto a 76 asesinatos de sindicalistas registradas en todo el mundo el año pasado.
Acotó que en 2011 se reconoció por primera vez la responsabilidad del Estado colombiano, a través de un fallo judicial, en la muerte de un sindicalista, hecho ocurrido en 2004.
En tal sentido, Sara Hammerton subrayó que los homicidios son extremadamente grave y recordó que 184 fueron los líderes sindicales asesinados en el país suramericano en 2001.
Resaltó que el segundo caso latinoamericano que más preocupa a la Confederación Sindical Internacional es el de Guatemala, que “sigue a Colombia de cerca y se convierte también en un país muy peligroso para los sindicalistas”.
“Cuando hay un sindicalista que es asesinado no hay ninguna investigación para encontrar al responsable y determinar cómo ocurrió. Este es un gran problema en Guatemala”, manifestó la coordinadora del informe.
Por su parte, la secretaria general de la CSI, Sharan Burrow, indicó que el grupo más vulnerable de trabajadores lo constituyen cerca de 100 millones de trabajadores y trabajadoras que apenas conocen sus derechos y no disponen de ningún medio para defenderlos.
De acuerdo con un reciente estudio del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), Colombia es uno de las naciones con peores índices tanto de libertad sindical, como de derechos laborales.
Realizadores de la investigación contabilizaron más de 2.800 homicidios de sindicalistas y trabajadores sindicalizados entre 1984 y 2011.
Nos informaron AFP y TeleSur.
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