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lunes, 23 de abril de 2018

#Colombia : El latifundio y los problemas sociales

José Ramón Llanos
El problema agrario, sin lugar a dudas, constituye el elemento generador de los conflictos sociales del país a lo largo de la historia republicana. Dada la forma como el Gobierno ha afrontado el desarrollo del primer punto del Acuerdo Final de Paz, las dilaciones, las interpretaciones discutibles y las expresiones normativas como la ley que crea las Zonas de Interés para el Desarrollo Rural (Zidres), hemos considerado necesario elaborar algunas reflexiones sobre esta cuestión.
El Acuerdo Final de Paz, a pesar de que considera que la solución de los problemas del sector rural es la base para lograr una “paz estable y duradera”, no vemos la voluntad del gobierno para afrontar las soluciones o acciones que conduzcan a resolver la alta concentración de la tierra y los problemas de exclusión y extrema pobreza del campo colombiano. El Gobierno está comprometido porque incluso caracterizó la problemática rural, la transformación del campo y su importancia para garantizar la paz, así: “Que a juicio del Gobierno esa transformación debe contribuir a reversar los efectos del conflicto y a cambiar las condiciones que han facilitado la persistencia de la violencia en el territorio.” Pero pasado más de un año de la firma del documento, no se ven las políticas adecuadas para “la transformación del campo”.
Los opositores a las reformas
En parte, las indecisiones para desarrollar la normativa que inicie la aplicación del contenido de los acuerdos pactados con la insurgencia, están determinados por el saboteo legislativo y las amenazas de los expropiadores de la tierra con el uso de la violencia paramilitar para evitar la restitución de las propiedades a los campesinos desplazados.
También está la influencia de los inversionistas rurales que pretenden apropiarse de baldíos o mantener los ya apropiados, para incrementar la explotación del campo. No desean que haya medianas y pequeñas unidades de producción campesina, sino expropiados campesinos, convertidos en asalariados explotados. Como se ve, la cuestión es de cobardía frente a los latifundistas y complacencia con los inversionistas rurales: azucareros, palmeros, ganaderos, etc.
Recordemos que ya desde los años veinte del siglo XX, los sectores progresistas, la academia y liberales como Jorge Eliécer Gaitán, habían identificado la tenencia de la tierra, el latifundio ocioso y su consecuente el minifundio improductivo, no solo como una cuestión injustificable, económicamente, factor de atraso, sino algo peor, causa de la violencia. Eso explica por qué desde esa época se introdujo en el lenguaje político-social y en las propuestas de los movimientos progresistas la concepción de reforma agraria.
A lo largo del siglo pasado es tal vez la propuesta más discutida, tanto entre los partidarios de la reforma, como entre sus opositores. Incluso a raíz de la Revolución Cubana, por el temor a que efectivamente la Sierra Maestra se extendiera por los Andes latinoamericanos, hasta los Estados Unidos, impusieron a los gobiernos continentales sumisos reformas agrarias de pacotilla.
Latifundio y rémora social
No es que las dilaciones, vueltas y revueltas del presidente Juan Manuel Santos, están justificadas porque la situación inequitativa e irracional del campo ha cambiado positivamente de súbito. Acudamos a los datos del reciente Censo Agropecuario Nacional, pero veamos no solo las cifras sobre tenencia de la tierra. Examinemos también las secuelas de ese reparto excluyente de la propiedad del suelo y de las consecuentes formas del gobierno local y la ausencia de la aplicación regional de algunas políticas nacionales positivas para corregir los entuertos del latifundismo y la omnipotente oposición de los barones de la tierra, quienes impiden a sangre y fuego, por ejemplo, la legal restitución de las tierras expropiadas.
Los datos del Censo Nacional Agropecuario
Los resultados del reciente Censo agropecuario 2016, muestran los datos de la concentración del suelo rural: propiedades de mil hectáreas o más son el 0,2 por ciento del total y concentran el 73.8 por ciento del total área rural. Las propiedades que tienen menos de 5 hectáreas, son un millón 669.287 unidades, poseen apenas el dos por ciento del área rural. Esta concentración de la tierra, no solo tiene consecuencias económicas, sino también condiciona el malestar social, el mal vivir.
Es absurdo, por ejemplo que en el siglo XXI haya en las zonas minifundistas un 16,1 por ciento de analfabetismo; un 94 por ciento de las zonas residenciales carezcan de alcantarillado; el 17,1 por ciento de las viviendas carezcan de electricidad el 57,5 de los habitantes de estas zonas usan agua impotable, con las consecuentes altas tasas de morbilidad producto de ese consumo de agua insana. Tan deplorable como la calidad de los servicios públicos, son la naturaleza y los materiales utilizados en la construcción de sus viviendas: solo el 49,1 por ciento de las viviendas censadas tienen paredes y pisos de materiales adecuadas, el resto tienen paredes y pisos como guaduas, madera burda, tablón, cartón, bahareque y vegetales, incluso un 3,1 por ciento, sus paredes son de latas, plásticos y algunas carecen de paredes.
Siendo esa la deplorable y dolorosa situación del campo colombiano y existiendo unas pautas y compromiso en el Acuerdo de La Habana para resolver ese problema, una vez más por encima de la solidaridad y las razones de humanidad, infortunadamente se imponen los interes clasistas del Gobierno nacional.
Fuente:

https://desarrolloinclusivo.com/2015/01/03/campo-colombiano/

miércoles, 11 de abril de 2018

#Colombia: ¿Gaseosas Postobón experimenta con niños?



Este experimento es afín a los ensayos nazis con judíos durante la Segunda Guerra Mundial”, señala el médico pediatra” Lucho Gómez

Carolina Tejada Sánchez
@carolltejada 

Desde el año pasado, cuando se conoció el interés desde la empresa de bebidas Postobón por suministrar una bebida a 3.130 niños y niñas en La Guajira, que no contaba con las exigencias del Ministerio de Salud, las ambigüedades de la empresa sobre el contenido del producto y su verdadero interés en suministrarlo a los niños, abrió la polémica por los verdaderos intereses de esta empresa.
Algunas entidades y organismos de vigilancia indicaron que las bebidas podrían ser nocivas para la salud de los menores, y contrario a lo que afirmaba la empresa, estas no contenían ningún suplemento nutricional que ayudara a la salud de los infantes.
La Liga Contra el Silencio, el colectivo de la Fundación para la Libertad de Prensa y varios medios de comunicación adelantaron una investigación que se pubicó en Vice Colombia. Allí señalan que la bebida Kufu, llegó a La Guajira desde el 7 de julio del 2017, en el marco de un evento de “estrategia social” en la institución etnoeducativa Laachón-Mayapo. En este espacio hizo presencia la junta directiva de Postobón en cabeza de su presidente, Miguel Fernando Escobar Penagos.
También se informó que en el marco de este evento, la empresa señaló que 3.130 menores en condición de vulnerabilidad de Nazareth, Uribia, Manaure y Riohacha, recibirían esta bebida de forma gratuita durante seis meses, “como parte de su dieta diaria, dos unidades de Kufu que complementarían sus planes alimentarios” con el objetivo aparente de atacar el hambre oculta.
Sin embargo, para septiembre del año pasado, por medio de un comunicado, la Sociedad Colombiana de Pediatría advirtió que dichas bebidas, a pesar de tener algunos nutrientes, no contienen ninguno que mejorara la nutrición de las niñas y niños. Es decir, carece de elementos como el calcio, el hierro, las proteínas o calorías. También mostraron su preocupación por los exámenes que se le adelantaron a los niños con el fin de evaluar efectos de dichos líquidos.
¿Qué está detrás de las bebidas Kufu?
Según denunció el médico pediatra, Lucho Gómez, el escándalo se conoce gracias al comunicado de la Sociedad Colombiana de Pediatría, difundido a través de redes, y el activismo de la médica Esperanza Cerón, quien ha sido amenazada por sus denuncias sobre los riesgos de bebidas azucaradas.
Lucho, quien es un líder social de la región, y ejerce un papel importante con las comunidades para la protección de sus derechos en salud, en diálogo con VOZ, señala que este producto contiene selenio y cinc, elementos que al consumirlos en grandes cantidades afectan la salud. “El selenio incrementa la incidencia de caries y altera la síntesis de proteínas, causando graves síntomas nutritivos, y el cinc trastornos gastrointestinales”, afirma el pediatra y alerta que es imposible que las entidades de salud y educación tanto departamentales como regionales de Manaure no conocieran “que más de 3.000 niños estaban consumiendo Kufu, dos veces al día durante seis meses. Además que, a excepción de Uniguajira Stereo, los demás medios del Caribe han ocultado la información”.
Para este pediatra que ha estado vinculado a diversas investigaciones sobre temas de salud y nutrición, es inconcebible que sucedan estas situaciones que ponen en riesgo la vida de los menores en medio de un silencio cómplice desde las instituciones de la región.
Experimentación con humanos
Lucho asegura que este procedimiento con niños, cobijado con un falso programa social, es “gravísimo porque antes de adicionar oligoelementos a bebidas y comidas debe cuantificarse su contenido en agua y suelos para evitar excesos, y el suministro y/o aplicación de un elemento a niños y la observación, cuantificación o valoración de sus efectos, se llama experimentación en humanos”.
También afirma que es necesario denunciarlo ante la comunidad internacional. “Las denuncias se puede instaurar ante organismos internacionales, que protejan poblaciones indígenas y el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia, Unicef. Este experimento es afín a los ensayos nazis con judíos durante la Segunda Guerra Mundial”, señala el médico pediatra.
Desde diversos espacios que instan al cuidado y la protección de los niños y niñas, se exige una investigación exhaustiva en contra de la empresa Postobón, y las instituciones regionales que conociendo la situación, no actuaron y por el contrario, a pesar de los escándalos generados por algunos medios nacionales gracias a las indagaciones hechas por terceros y la comunicación de la Federación Colombiana de Pediatría, desde el año pasado, el silencio reina en la región.

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