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viernes, 9 de octubre de 2009

DISCURSO SENADORA PIEDAD CORDOBA AGRADECIMIENTO POR SU POSTULACION AL PREMIO NOBEL DE PAZ 2009




Piedad Córdoba
9 de octubre de 2009 - 9:00 am
Bogotá
Llegué a esta nominación, gracias a mis ancestros negros y a las mujeres que a través de la historia han vindicado tener un espacio en la sociedad, y han luchado por su dignidad y por no ser exterminados. Ellos y ellas me han dado la fortaleza para vencer los obstáculos y pensar que es posible una sociedad diversa, democrática e incluyente.
Agradezco al Nobel de Paz, Adolfo Pérez Esquivel por postularme. Para mí, no solamente es un honor, sino que significa el compromiso de él con la paz en Suramérica. A mi familia por comprender mis ausencias y el no poder compartir con cada uno de ellos momentos fundamentales de sus vidas.
Agradezco al Comité Nobel Noruego haber considerado mi nombre para tan importante reconocimiento. A los pueblos y gobernantes de Suramérica que han creído en una salida política al conflicto social y armado en Colombia.

A los colombianos y colombianas valientes que me han acompañado y le han dado legitimidad a mi liderazgo y a mi trabajo político.

A colombianos y colombianas por la Paz que han estado conmigo habilitando espacios de confianza con las FARC-EP, para facilitar la liberación de los retenidos.

Es un honor para mí haber estado nominada con 205 personas de distintos pueblos, al lado de mujeres como Sima Samar, luchadora por la salud de las mujeres en Afganistán, del príncipe jordano Ghazi bin Muhammad, impulsor del diálogo entre las religiones en Oriente Próximo, y el activista chino Hu Jia, y de su ganador el presidente Barack Obama, de quien estoy segura contribuirá a la paz del planeta y a desactivar los conflictos bélicos actuales.

Quiero entender esta postulación como una forma de legitimar las voces de las mujeres en la construcción de la paz del mundo, dado que en más de 100 años, sólo 12 mujeres han sido galardonadas con este premio.

Esta nominación es un reconocimiento al valor y la fortaleza de las comunidades de paz que han permanecido en dignidad, de las madres y de quienes continúan privados de la libertad, y de los que envejecieron y murieron defendiendo el derecho a la paz.

Un reconocimiento al dolor de colombianos y colombianas que han sido violadas, asesinados, masacrados, desaparecidos, torturados y desplazados por oponerse a la explotación, a la discriminación y a quienes continúan luchando en la búsqueda de la paz y la justicia.

Yo no concibo una paz sólo como ausencia de guerra. Porque esa paz no cambiaría las situaciones de miseria, exclusión y subordinación de millones de seres humanos. Esta paz no implicaría distribución de riqueza, recursos, oportunidades, reconocimiento, o inclusión, no pondría fin a las violencias, a los usos indebidos del poder, de los recursos públicos, a la corrupción, al irrespeto por los derechos humanos y la naturaleza. Esta paz no eliminaría la impunidad, el tráfico de armas, de personas, la expropiación de la riqueza de los más pobres por los más poderosos.

Estoy convencida de que la paz sólo es posible cuando las diferencias no sean motivo de exclusión y de eliminación del otro, cuando respetemos los derechos humanos de todos y todas sin distinciones, cuando se les garantice a las niñas y niños salud, educación, vivienda digna, cultura y una infancia libre de violencias, y se les pueda brindar a las y los jóvenes oportunidades para un trabajo digno.

La paz será una realidad cuando cada ser humano pueda ser reconocido y respetado sin importar el color, el sexo, la religión, el país, la orientación sexual o la condición económica.

Hoy, nuevamente ratifico mi compromiso con la paz y los invito a comprometernos a cambiar el rumbo de la historia del país, como invito a los alzados en armas, a los financiadores de las guerras, a los países productores de armas y a cada uno de los ciudadanos y ciudadanas que tienen armado su corazón y a los que no lo tienen, para que derrochemos creatividad y esfuerzos que nos conduzcan a la construcción de una paz duradera en Colombia y en el planeta. A no desfallecer en la edificación de un futuro sin guerras para las generaciones que vienen detrás de nosotros.

Reitero mi compromiso, e invito al gobierno colombiano, para que logremos la pronta liberación del cabo Pablo Emilio Moncayo y del soldado Josué Daniel Calvo, y buscamos los caminos para un intercambio humanitario. Invito a los colombianos y colombianas a pronunciarse a favor de una salida política a la guerra que vive Colombia, a través de un voto por la paz en las próximas elecciones.

La consecución de la paz no es sólo responsabilidad de políticos y gobernantes, es también de cada una de nosotras y nosotros, los que estamos convencidos de que la política puede vencer a la guerra y las palabras a las armas, porque la barbarie de la guerra arranca las palabras del cuerpo y acalla lo esencial de los seres humanos.

www.piedadcordoba.net

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