Traductor

jueves, 11 de noviembre de 2021

#Colombia: Empleo de mala calidad: política de Estado.

 



Finalmente, la Corte Constitucional le dio la razón a la Centrales Obreras y al Comité Nacional de Paro (VER). Al declarar inexequible el artículo 193 del Plan de Desarrollo de Duque, hundió la Reforma Laboral y Pensional de la OCDE contenida en el Decreto 1174 (VER). Esta reforma, como ya se explicó en otro artículo, agravia a la clase trabajadora, a la inmensa mayoría de empresarios colombianos y al país.

En Colombia el empleo de mala calidad es política de Estado. Sin embargo, para los defensores del capital extranjero en Colombia, la mano de obra sigue siendo costosa y la política laboral muy rígida. Exclaman que la inversión extranjera necesita un mercado laboral totalmente flexibilizado, con salarios competitivos, léase salarios de miseria. Llevan, por lo menos, 30 años con ese discurso. 

César Gaviria inauguró la apertura económica con la reforma laboral de la Ley 50/1990. En 2002 Uribe hizo lo propio (Ley 789/2002) para la segunda etapa aperturista, la de los TLC. Duque intentó con el 1174 poner en funcionamiento la política laboral de la tercera etapa, la del control de la OCDE sobre los asuntos medulares de Colombia. Las tres reformas laborales del actual periodo aperturista se basan el argumento de crear más y mejor empleo. Nada más falso. 30 años más tarde es perdedora la clase trabajadora, la inmensa mayoría de los empresarios colombianos que no tienen vínculos con el capital extranjero y la sociedad colombiana en su conjunto. 

Según el Dane (2020) [1] la situación del mercado laboral colombiano, antes de la emergencia del Covid-19, era la siguiente:

Solo la mitad de la población económicamente activa es asalariada. El 88% gana máximo dos salarios mínimos mensuales legales vigente, pero el 50% gana menos de un salario[2]; el 48,5% no tienen ningún título académico, solo el 21% tiene título de educación superior (3,3,% posgrado)[3]; las condiciones de informalidad laboral acosan al 69%.

Más del 10% de la fuerza laboral sufre de desempleo.

Una de cada tres personas en edad para trabajar están inactivas; cerca de la mitad de los inactivos dedicados a las actividades domésticas no remuneradas y de estos casi un millón con título de educación superior (717.600). 

Uno de cada cuatro trabajadores sobrevive del rebusque. El 86% de manera permanente y sin cotizar para salud ni pensión; tres de cada cuatro en micronegocios unipersonales; el ingreso promedio a nivel nacional no supera el 80% del salario mínimo; el 67% están entre pobres y población vulnerable; el 90% de estratos 1, 2 y 3.

Para las mujeres trabajadoras la situación es peor. Son el 56% entre desempleados; en desempleados con título universitario superan a los hombres dos a uno, y; en ocupados sin título académico los hombres las superan dos a una. Al revisar las escalas de remuneración salarial, las mujeres ganan menos que los hombres en todas. De cada tres personas inactivas, dos son mujeres; el 73% de las personas inactivas con título de posgrado, son mujeres. Son más entre la clase trabajadora y están más preparadas, pero también son menos empleadas y las ocupadas mal remuneradas. Son las víctimas predilectas del modelo económico imperante.

Con este panorama no es difícil comprender porque Colombia tiene el ingreso per cápita más bajo (4.718 euros) en el club de la OCDE (VER). Es el quinto en extensión territorial, rico en recursos naturales como pocos; 10° en población; 23° en generación de riqueza (PIB), y; el último (37) de la lista en PIB per cápita. Y es que contrario al recetario neoliberal, el empleo de calidad (estabilidad, salario y prestaciones sociales) es causa y efecto del auténtico desarrollo nacional. Así lo demuestra la experiencia de los países más avanzados. 

En el bloque del G-7, por ejemplo, el salario promedio mensual supera los 1.400 euros. Los de mayor Índice de Desarrollo Humano, no son la excepción. Aquí el promedio, entre los primeros 10 de la lista, es de 3.000 euros al mes, siendo más bajo el de Alemania (1.585)[4] y el más alto Noruega (4.876)[5]. En la OCDE, organización que está presionando para que Colombia profundice la política de flexibilización y precarización laboral, la situación no es la excepción a pesar de las asimetrías. El 62% de los miembros tienen salario mensuales superiores a 1.000 euros. Colombia con 238 euros/mes, es penúltima, solo superada por México. 

En la siguiente tabla establece una escala arbitraria de la situación salarial en la OCDE[6]:

Probablemente, si el próximo gobierno es corte tradicional hará los trámites que la OCDE y los organismos internacionales de crédito están exigiendo como garantía para la inversión extranjera. Precarizar la mano de obra es la manera más sutil de estrangular la producción nacional de riqueza, base fundamental del progreso de una nación.

Una propuesta de un gobierno democrático que empiece a tomar medidas como proteger el mercado interno, que restituya sistemáticamente mecanismos de fomento a la producción colombiana e implemente política laboral progresiva, fija los cimientos para superar el atraso económico, científico y cultural del país. Nada fácil, pero no imposible.


[1] Mercado laboral. Ocupados según perfilamiento ocupacional. Dane 2019.

[2] Dane, 2020. Estructura del mercado laboral y del sistema de precios para la mesa de concertación del salario mínimo.

[3] Dane, 2020. Gran Encuesta Integrada de Hogares: Fuerza laboral y educación.

[4] Tomado de: https://datosmacro.expansion.com/smi/alemania

[5] Tomado de: https://datosmacro.expansion.com/mercado-laboral/salario-medio/noruega

[6] Información tomada de: https://datosmacro.expansion.com/paises/grupos/ocde 

El capitalismo acelera la destrucción del planeta

 


Entradas populares

Archivo del blog

Buscar este blog