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domingo, 16 de septiembre de 2012

Colombia:Emisoras comunitarias tienden a desaparecer


Cuando se habla de participación es importante tener en cuenta a las emisoras comunitarias, aquellos espacios que permiten que los ciudadanos se informen y den sus opiniones sobre temas cotidianos de su total incumbencia, esto como un derecho humano fundamental. Un caso exitoso se encuentra en el municipio de Líbano (Tolima). Allí, la emisora comunitaria Café 93.5 FM Estéreo ha impulsado desde 1997 un proyecto comunicativo significativo y que estuvo en cabeza de un personaje fundamental para la radio de nuestro país: Miguel Marín (1995 – 2009).
En este municipio, caracterizado por un fuerte movimiento político y cultural, se dio origen en los años 20 al movimiento de artesanos, campesinos y obreros conocido como los Bolcheviques del Líbano y, junto con éste, La Comuna, espacio caracterizado por su fuerte componente cultural y donde se formaron grandes pensadores críticos del país, según lo expresa José Gutiérrez, profesor de la Institución Educativa ‘Isidro Parra’.
Estos antecedentes permitieron que en el Líbano se dieran condiciones para una emisora que abriera “espacios para la cultura, a través de programas de poesía, teatro, danza, rock al aire, música campesina, exposiciones de fotografía, resistencia civil y no violencia”, según lo comentó su fundador Miguel Marín, en una entrevista realizada para el programa radial “Cultura para todos, cultura con aroma de café”, realizado por el Ministerio de Cultura y RTVC en 2006.
Esta emisora es sólo un ejemplo de la importancia de los medios de comunicación alternativos y comunitarios, donde se abren espacios a los niños, jóvenes, adultos, campesinos, indígenas, etc., para que opinen sobre temas de su diario vivir, de sus intereses y, así mismo, se generen debates sobre temas públicos municipales, departamentales e incluso nacionales. Son espacios de la gente y para la gente.
Panorama actual de las emisoras comunitarias en Colombia
La emisora Café 93.5 FM Estéreo del Líbano es una experiencia exitosa en cuanto a emisoras comunitarias. De hecho fue la primera que emitió cumpliendo todos los requisitos exigidos por el Ministerio de las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones. Sin embargo, el pasado 13 de abril, le fueron decomisados los equipos de transmisión por orden de ese ministerio por una vieja deuda que no se había podido saldar respecto a sus pagos por el uso del espectro electromagnético y que ya habían negociado el año anterior, según indicó el profesor Gutiérrez.
Este hecho es sólo uno de muchos que ocurren con los medios comunitarios en el país, que evidentemente se encuentran en crisis y, lo más preocupante, tienden a desaparecer.
Desde el Estado, el Ministerio de las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (Mintic) tiene como uno de sus objetivos “prestar el servicio y actividades de habilitación y vigilancia de los servicios de telecomunicaciones en forma oportuna y eficaz, cumpliendo con los requisitos de la normatividad legal vigente”, por lo tanto, este ente es el encargado de regular a los medios de comunicación ya sean comerciales, de interés público o comunitarios.
Uno de los grandes problemas de las emisoras comunitarias son los exagerados cobros que se les imponen por el uso del espectro electromagnético y por los derechos de autor de la música que utilizan, que deben cancelar a Sayco y Acinpro, situación que podría ser más compleja con la llegada de la recién impuesta Ley Lleras. A esto se suman las prohibiciones tales como el no cobro de pauta en las elecciones regionales, porque según la Ley Anticorrupción, los medios comunitarios deben prestar su servicio de manera gratuita.
La encrucijada en la que se encuentran las emisoras comunitarias es compleja, dado que no tienen condiciones dignas y de igualdad con la radio comercial para la realización de su trabajo. Esto hace que su sostenibilidad económica se origine prácticamente de sus propios recursos y de la venta de la pauta, pero esto, entonces,  lleva en algunos casos a que se llenen de publicidad para sobrevivir. Sin embargo, su misión es diferente: las emisoras comunitarias se diferencian de las comerciales porque están al servicio de su comunidad y no tienen ánimo de lucro.
Entonces, ¿hasta dónde llega la responsabilidad del Estado con las emisoras comunitarias si su problema no es solo de contenidos apropiados y contextualizados para su región sino también económico? ¿Hasta qué punto es éste un asunto de corresponsabilidad, donde las posibles formas organizativas que soportan a estas radios deben elaborar diferentes formas de adquirir recursos para lograr mayor sostenibilidad?
Callar al mensajero
Otro agravante es la censura por medio de la violencia. En lo corrido del año han sido asesinados dos radialistas que cumplían con la tarea de informar. En Colombia, líderes de la radio comunitaria, en ejercicio de su profesión de comunicadores, han sido perseguidos por diferentes grupos a los que les incomoda que se cuenten ciertas noticias y se informe a las comunidades sobre problemáticas de diferente índole, como los megaproyectos, el paramilitarismo, las condiciones de desigualdad en las que se encuentran ciertos grupos, entre otras.
Uno de los radialistas asesinados fue Argemiro Cárdenas Agudelo, fundador y director de la emisora comunitaria Metroradio: la Red Radial Cafetera y representante de la región occidente ante el comité consultivo de radio del Mintic. El hecho ocurrió en Dosquebradas (Risaralda), el pasado 15 de marzo, luego de recibir seis disparos por parte de un sicario que iba a pie. Dos semanas después de este hecho, el periodista Jesús Martínez Orozco fue asesinado por el parrillero de una moto, quien le disparó en varias ocasiones. El comunicador estaba vinculado a la emisora comunitaria La Nueva de Sabanalarga Atlántico.
En 2011 la Asociación Mundial de Radios Comunitarias América Latina y Caribe (Amarc-ALC) realizó una investigación en la que evaluó la situación de libertad de prensa de las emisoras comunitarias en Colombia. El panorama no fue favorable: de acuerdo al informe, las emisoras comunitarias afrontan amenazas, persecuciones ilegales, interceptaciones telefónicas y muchos periodistas tuvieron que exiliarse.
Las radios comunitarias se encuentran en crisis, de un lado, porque desde el Estado no se dan las condiciones para que se ejerza el derecho a la información y a la comunicación de manera equitativa; y, por otro, porque las amenazas y persecuciones a las que son sometidos los periodistas en nuestro país limitan la libertad de prensa. Sólo la solidaridad de las y los ciudadanos hacia estos medios comunitarios que construyen democracia desde la base podría revertir esta situación.

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