Fidel Castro y Benedicto XVI en la sede de la Nunciatura Apostólica.Foto: Estudios Revolución/foto tomada de Cubadebate
Fidel Castro y Benedicto XVI en la sede de la Nunciatura Apostólica. Foto: Alex Castro
/foto tomada de Cubadebate
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Poco después de concluida la multitudinaria misa que ofició en la Plaza de la Revolución, el Papa Benedicto XVI recibió en la Nunciatura Apostólica en La Habana al líder histórico de la Revolución Cubana Fidel Castro Ruz.
Poco después de concluida la multitudinaria misa que ofició en la Plaza de la Revolución, el Papa Benedicto XVI recibió en la Nunciatura Apostólica en La Habana al líder histórico de la Revolución Cubana Fidel Castro Ruz.
Fidel llegó a las 12 y 20 pm a la sede de la Nunciatura y allí lo acogió el cardenal Tarcisio Bertone, Secretario de Estado de la Santa Sede, con quien se había encontrado anteriormente en Cuba cuando el segundo en la jerarquía vaticana visitó nuestro país.
Durante el encuentro con el Papa, que se extendió por media hora, Fidel le explicó al sumo pontífice que había seguido todos los acontecimientos de su viaje a nuestro país a través de la televisión cubana y se interesó por detalles de la liturgia de la Iglesia Católica.
El Papa Benedicto XVI agradeció las muestras de cariño que había recibido en Cuba y le explicó sobre el sentido de sus viajes por el mundo para confirmar en la fe a los cristianos, así como el servicio de la iglesia a los pueblos.
Ambas personalidades intercambiaron animadamente sobre temas ecológicos, culturales, científicos, religiosos y sobre los graves problemas que aquejan a la humanidad. Fidel solicitó al Papa que le envíe algunos libros sobre esos temas que tanto le interesan.
En conferencia de prensa en La Habana, el vocero del Vaticano Federico Lombardi, aseguró que el encuentro entre el líder de la Revolución cubana Fidel Castro y el Papa Benedicto XVI fue “muy cordial” y resaltó el buen ánimo y la jocosidad de ambos.
Fidel Castro y Benedicto XVI en la sede de la Nunciatura Apostólica.Foto:Alex Castro/foto tomada de cubadebate
Fidel Castro y Benedicto XVI en la sede de la Nunciatura Apostólica.Foto:Alex Castro/foto tomada de cubadebate
Fidel Castro y Benedicto XVI en la sede de la Nunciatura Apostólica. Foto: Estudios Revolución/foto tomada de cubadebate
Fidel Castro y Benedicto XVI en la sede de la Nunciatura Apostólica. Foto: Estudios Revolución/foto tomada de cubadebate
Fidel Castro y Benedicto XVI en la sede de la Nunciatura Apostólica. Foto: Estudios Revolución/foto tomada de cubadebate
Dijo que la reunión, pactada por una media hora en la sede de la Nunciatura Apostólica de La Habana, fue de “gran cordialidad, como se podrá apreciar en las imágenes que se divulgarán del encuentro”.
Fidel Castro y Benedicto XVI en la sede de la Nunciatura Apostólica. Foto: Estudios Revolución/foto tomada de cubadebate
Acerca de una posible reunión entre el Sumo Pontífice y el Presidente Chávez, aseguró categórico: “No hubo tal encuentro, no se ha solicitado, aunque lo siga diciendo un blogguer en Caracas”.
Fidel Castro y Benedicto XVI en la sede de la Nunciatura Apostólica. Foto: Estudios Revolución/foto tomada de cubadebate
Fidel Castro y Benedicto XVI en la sede de la Nunciatura Apostólica. Foto: Estudios Revolución/foto tomada de cubadebate
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Raúl Castro en la despedida del Papa [+ texto íntegro]
Foto tomada de la TV por Juventud Rebelde |
Desde su arribo a tierra cubana, nuestro pueblo le acogió, y hoy le despide, con sentimientos de respeto y afecto.
Su visita ha transcurrido en un ambiente de mutua comprensión. Su encuentro con los cubanos le ha dado la oportunidad de conocernos mejor y constatar la justeza de nuestros propósitos.
Cuba ha tenido como su principal objetivo la dignidad plena del ser humano. Somos conscientes de que ésta no solo se construye sobre bases materiales, sino también sobre valores espirituales, como la generosidad, la solidaridad, el sentimiento de justicia, el altruismo, el respeto mutuo, la honradez y el apego a la verdad.
Hacer el bien común fue un principio que aprendimos del padre Félix Varela. Luego, José Martí escribió que “ser cultos es la única manera de ser libres” y nos convocó a “conquistar toda la justicia”.
Conferimos suprema importancia a la familia, favorecemos todo lo que la enaltece y privilegiamos el papel de los padres en la educación de los hijos. Cuidamos de la niñez como nuestra mayor esperanza y alentamos a la juventud, sin ningún paternalismo, a la participación libre y creadora en las realizaciones de nuestra sociedad.
Reconocemos la contribución patriótica de la emigración cubana, desde el aporte decisivo a nuestra independencia de los tabaqueros de Tampa y Cayo Hueso y todos los que fueron sostén de los anhelos de José Martí, hasta los que se oponen hoy a quienes atacan a Cuba y manipulan el tema migratorio con fines políticos. Hemos realizado prolongados esfuerzos hacia la normalización plena de las relaciones de Cuba con su emigración que siente amor por la Patria y por sus familias y persistiremos en ellos por la voluntad común de nuestra Nación.
Es este un pueblo justo que se enorgullece de las virtudes de sus cinco hijos condenados por luchar contra el flagelo del terrorismo y defender la verdad, que los acompaña en cada minuto de su inmerecido encierro y comparte los sentimientos de sus familias que sufren.
Satisface a nuestro país estar entre los que más han hecho por la vida, la libertad y la dignidad humana.
Compartimos la certeza de que sólo la movilización de la conciencia de los pueblos, el respeto mutuo, el diálogo y la cooperación permitirán al mundo hallar soluciones a los más graves problemas.
Santidad:
Hemos encontrado muchas y profundas coincidencias, aunque, como es natural, no pensemos lo mismo sobre todas las cuestiones.
El pueblo cubano, abnegado e instruido, ha escuchado con profunda atención cada una de las palabras que Su Santidad le ha ofrecido.
Por su decisión de visitarnos, por sus afectuosos sentimientos hacia los cubanos, que siempre recordaremos, le expreso, en nombre de Cuba y en el mío propio, nuestra profunda gratitud y aprecio.
Muchas gracias.
[Versión tequigrafica del Consejo de Estado]
Palabras de despedida de Benedicto XVI al pueblo de Cuba y sus autoridades [+ texto íntegro]
textos: http://islamiacu.blogspot.com/
Foto tomada de la TV Cubana por Juventud Rebelde |
Señores Cardenales y queridos Hermanos en el Episcopado,
Excelentísimas Autoridades,
Señoras y Señores,
Amigos todos,
Doy gracias a Dios, que me ha permitido visitar esta hermosa Isla, que tan profunda huella dejó en el corazón de mi amado Predecesor, el Beato Juan Pablo II, cuando estuvo en estas tierras como mensajero de la verdad y la esperanza. También yo he deseado ardientemente venir entre ustedes como peregrino de la caridad, para agradecer a la Virgen María la presencia de su venerada imagen en el Santuario del Cobre, desde donde acompaña el camino de la Iglesia en esta Nación e infunde ánimo a todos los cubanos para que, de la mano de Cristo, descubran el genuino sentido de los afanes y anhelos que anidan en el corazón humano y alcancen la fuerza necesaria para construir una sociedad solidaria, en la que nadie se sienta excluido. «Cristo, resucitado de entre los muertos, brilla en el mundo, y lo hace de la forma más clara, precisamente allí donde según el juicio humano todo parece sombrío y sin esperanza. Él ha vencido a la muerte – Él vive – y la fe en Él penetra como una pequeña luz todo lo que es oscuridad y amenaza» (Vigilia de oración con los jóvenes. Feria de Friburgo de Brisgovia, 24 septiembre 2011).
Agradezco al Señor Presidente y a las demás Autoridades del País el interés y la generosa colaboración dispensada para el buen desarrollo de este viaje. Vaya también mi viva gratitud a los miembros de la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba, que no han escatimado esfuerzos ni sacrificios para este mismo fin, y a cuantos han contribuido a él de diversas maneras, en particular con la plegaria.
Me llevo en lo más profundo de mi ser a todos y cada uno de los cubanos, que me han rodeado con su oración y afecto, brindándome una cordial hospitalidad y haciéndome partícipe de sus más hondas y justas aspiraciones.
Vine aquí como testigo de Jesucristo, convencido de que, donde él llega, el desaliento deja paso a la esperanza, la bondad despeja incertidumbres y una fuerza vigorosa abre el horizonte a inusitadas y beneficiosas perspectivas. En su nombre, y como Sucesor del apóstol Pedro, he querido recordar su mensaje de salvación, que fortalezca el entusiasmo y solicitud de los Obispos cubanos, así como de sus presbíteros, de los religiosos y de quienes se preparan con ilusión al ministerio sacerdotal y la vida consagrada. Que sirva también de nuevo impulso a cuantos cooperan con constancia y abnegación en la tarea de la evangelización, especialmente a los fieles laicos, para que, intensificando su entrega a Dios en medio de sus hogares y trabajos, no se cansen de ofrecer responsablemente su aportación al bien y al progreso integral de la patria.
El camino que Cristo propone a la humanidad, y a cada persona y pueblo en particular, en nada la coarta, antes bien es el factor primero y principal para su auténtico desarrollo. Que la luz del Señor, que ha brillado con fulgor en estos días, no se apague en quienes la han acogido y ayude a todos a estrechar la concordia y a hacer fructificar lo mejor del alma cubana, sus valores más nobles, sobre los que es posible cimentar una sociedad de amplios horizontes, renovada y reconciliada. Que nadie se vea impedido de sumarse a esta apasionante tarea por la limitación de sus libertades fundamentales, ni eximido de ella por desidia o carencia de recursos materiales. Situación que se ve agravada cuando medidas económicas restrictivas impuestas desde fuera del País pesan negativamente sobre la población.
Concluyo aquí mi peregrinación, pero continuaré rezando fervientemente para que ustedes sigan adelante y Cuba sea la casa de todos y para todos los cubanos, donde convivan la justicia y la libertad, en un clima de serena fraternidad. El respeto y cultivo de la libertad que late en el corazón de todo hombre es imprescindible para responder adecuadamente a las exigencias fundamentales de su dignidad, y construir así una sociedad en la que cada uno se sienta protagonista indispensable del futuro de su vida, su familia y su patria.
La hora presente reclama de forma apremiante que en la convivencia humana, nacional e internacional, se destierren posiciones inamovibles y los puntos de vista unilaterales que tienden a hacer más arduo el entendimiento e ineficaz el esfuerzo de colaboración. Las eventuales discrepancias y dificultades se han de solucionar buscando incansablemente lo que une a todos, con diálogo paciente y sincero, comprensión recíproca y una leal voluntad de escucha que acepte metas portadoras de nuevas esperanzas.
Cuba, reaviva en ti la fe de tus mayores, saca de ella la fuerza para edificar un porvenir mejor, confía en las promesas del Señor, abre tu corazón a su evangelio para renovar auténticamente la vida personal y social.
A la vez que les digo mi emocionado adiós, pido a Nuestra Señora de la Caridad del Cobre que proteja con su manto a todos los cubanos, los sostenga en medio de las pruebas y les obtenga del Omnipotente la gracia que más anhelan.
¡Hasta siempre, Cuba, tierra embellecida por la presencia materna de María! Que Dios bendiga tus destinos. Muchas gracias.
Fuente: http://www.aciprensa.com
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