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Por: CLAUDIO BORRERO QUIJANO*
Gracias a DIOS que protegió mi vida del crimen aleve en mi Iglesia Catedral. Prometo no desmayar en continuar predicando en este desierto la verdad sobre la usurpación del patrimonio público territorial de los caleños, Tesoro Municipal, representado en sus tierras “EJIDALES”, materia prima destinada por la ley exclusivamente a fomentar la vivienda de los pobres, bienes de uso público imprescriptibles, inenajenables e inembargables por mandato constitucional.
Ni “gringos”, ni aborígenes, negros, zambos, mulatos, mestizos, o cualquier heterogeneidad racial, ni siquiera las tribus desplazadas por el Pacífico en estos últimos 474 años se apropiaron del territorio EJIDAL, que por mandato testamentario se destinó por la Corona Real para el goce y disfrute del común de gentes así dispuesto en cédulas reales. Fue la avaricia insaciable de una selectiva casta blanca de tradición bien apellidada, quienes ostentando certificados de limpieza de sangre, escudo de familia, árbol genealógico, y toda clase de zalamerías medievales, despojaron del Tesoro Municipal imprescriptible a los caleños violando la Constitución y la ley.
Hoy, el General MANCUSO nos anuncia olímpicamente en el Congreso “les devolveré las tierras”, en síntesis los usurpados “baldíos”, “reservas forestales”, “fuentes hídricas”, bienes de uso público apropiados ilícitamente, proclamando a los cuatro vientos la cacareada REPARACIÓN. En nuestra ciudad de Cali se consolidó la histórica usurpación EJIDAL, de allí mi insistencia dentro del marco de la ley, sin salirnos un ápice de ella, en aplicar la extinción de dominio por enriquecimiento ilícito retroactivo en uno y otro caso.
A la fecha prevarica el Alcalde, prevarica el Concejo, prevarican los órganos de Control, prevarican autoridades judiciales sentenciando prescripciones de bienes de uso público imprescriptibles, prevarica de oficio la cúpula judicial guardando silencio a sabiendas de las ilicitudes, reposan en los archivos judiciales actuaciones históricas, sentenciando en serie mañosamente prescripciones sobre bienes de uso público, estratégicamente tramitadas en contra de indeterminados.
La REPARACIÓN en Santiago de Cali no se ha dado después de varios siglos, sin otorgarle al pueblo lo que le pertenece. El mutismo colectivo frente a la violación de la ley es producto heredado de una ley del zurriago que dejó en los genes de los descendientes cobarde resignación en un pueblo irredento, sumiso y amenazado. Señor Alcalde RODRIGO GUERRERO VELASCO, Usted acogido a la celeridad que la norma le otorga, en verdadero gesto de JUSTICIA y PAZ puede beneficiar esta capital cosmopolita y migratoria del Pacífico.
*Ingeniero Civil – Universidad Javeriana
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