Octavio Quintero (especial para ARGENPRESS.info)
En esas 15 elecciones presidenciales resulta interesante ver que la abstención más baja, del 42,29 por ciento, se registró a la caída de la dictadura, cuando el general Gustavo Rojas Pinilla fue reemplazado por el liberal, Alberto Lleras Camargo. A la siguiente elección, la de Carlos Lleras Restrepo, la abstención se eleva sorprendentemente a casi el 60 por ciento, y se dice sorprendente, porque si algún candidato presidencial tuvo prestigio y autoridad, antes, en y después, fue precisamente el alabado Lleras Restrepo que a pesar de su admirada, o por lo menos aplaudida gestión, tuvo que “robarse” las elecciones siguientes en cabeza del candidato conservador, Misael Pastrana, para impedir el retorno al poder, por la vía democrática, del dictador. El último presidente que puso los guarismos electorales por encima de la abstención fue Alfonso López Michelsen que la redujo al 41,53 por ciento del potencial electoral. De ahí en adelante, la democracia en Colombia está perdiendo la batalla permitiendo el arribo al poder de unos presidentes con muy bajos índices de gobernabilidad que han tenido que apelar a medidas de emergencia, como el Estado de Sitio en el pasado; o la Seguridad Democrática en el presente que resulta ser, no un estado de emergencia legalmente establecido sino un “Estado fallido”, impuesto de hecho.
Esa estadística de la Registraduría nos muestra, desde 1978, cuando fue elegido presidente de Colombia, Julio César Turbay Ayala, a todos los presidentes del país en adelante, elegidos por una mayoría de la minoría, pues, la abstención siempre ha superado a la votación total depositada por los electores por los distintos candidatos presidenciales.
La mayor abstención se presentó en la elección de 1994 en primera vuelta en que se disputaron la presidencia los candidatos Ernesto Samper y Andrés Pastrana, cuando se elevó a más del 66 por ciento.
Ni siquiera la altísima y sostenida popularidad de Uribe, tanto en su primera elección como en su reelección, pudo lograr una votación por encima de la abstención: en el 2002 fue del 53,53% y en el 2006 de casi un 55 por ciento.
Resulta inexplicable que en un país como Colombia, con la cantidad de problemas económicos, políticos, sociales, ambientales, territoriales, internacionales y de orden público como los que tiene, la apatía electoral de la gente sea tan alta.
Los analistas de todas las pelambres: sean los llamados politólogos o violentólogos; los sociales o económicos; los ecólogos o internacionalistas, nos deben una explicación a todos porque resulta que el fenómeno no es sólo de orden nacional. Cuando las elecciones descienden en el nivel de la jerarquía administrativa, bien sean departamentales o municipales; o del Congreso, las asambleas y concejos, la abstención resulta igual o superior.
www.argenpress.info/2010/05/la-abstencion-en-colombia-tu-reinaras.html
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