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domingo, 14 de febrero de 2010

Entre la prisión a Nariño y la condecoración a Uribe

Entre la prisión a Nariño y la condecoración a Uribe

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Por: Jaime Cedano Roldán

El bicentenario de las independencias latinoamericanas que conmemoramos este año trae muchos debates sobre la realidad política del continente. Y es un escenario apropiado para debatir sobre las relaciones de España, presidente hoy de la Unión Europea, con los países latinoamericanos. Con sus procesos políticos, económicos y sociales. En este contexto la española ciudad de Cádiz surge como simbología de una inmensa parábola de doscientos años. Que el presidente Zapatero, el PSOE y los círculos de opinión españoles deben valorar juiciosamente.
Tenemos por un lado el impresentable premio que una ignara alcaldesa promovió  para condecorar a Uribe como estandarte de libertad y la defensa de los derechos humanos. Premio entregado en la clandestinidad y el silencio ante el enérgico rechazo de los gaditanos de bien a tan tremenda afrenta. Y tenemos también en Cádiz la cárcel que en 1784 encerrara los torturados huesos de Don Antonio Nariño, Precursor de la independencia granadina y traductor del francés de la declaración de los derechos del hombre y del ciudadano y que distribuyó en los círculos políticos de la vieja Santa Fe de Bogotá. Nada diferente le hubiera quizás ocurrido si hubiera realizado tan subversiva acción en estas épocas de totalitarismo uribista.

Qué  tristeza la de Cádiz! Haber tenido entre barrotes al primer defensor de los derechos humanos perseguido en Colombia, y entregar, dos siglos después, un premio a un reconocido violador de los derechos humanos que promueve la cárcel y otras acciones menos benévolas contra quienes se atreven a señalar las barbaridades del régimen.

Pero así como contra el premio a Uribe hubo en Cádiz voces indignadas, con el precursor preso hubo manos solidarias. Que le rodearon de cariño. Y que le ayudaron a escapar.

La prisión en Cádiz de Antonio Nariño y el premio a la libertad a Álvaro Uribe marcan las oscilaciones en que se mueve el gobierno español en sus relaciones con la Colombia de Uribe y que seguramente debieron aflorar este 8 de febrero cuando se realizó en Madrid el Dialogo Bilateral España-Colombia en materia de derechos humanos. Hay muchos hechos que no pueden ser obnubilados por la demagogia del gobierno colombiano con su sonsonete de que toda crítica obedece a criminales planes extremo izquierdistas. Tampoco podrán ser ignoradas por los intereses económicos dadas las facilidades que suele brindar el gobierno de Uribe a los inversionistas extranjeros como contraprestación a silencios y complicidades.

El gobierno español debe definir en sus relaciones con Colombia si las inversiones y los negocios están por encima de la vida, la libertad y la democracia. Si vuelven a prestar sus cárceles para los antonios nariños de hoy o siguen condecorando a los déspotas y tiranos.

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