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jueves, 1 de octubre de 2009

No soy fan de Globovisión.




Carlos Subero *

Pero confieso que me sentí bien impresionado por el hecho político del llamado Globopotazo, donde mucha gente salió a contribuir. Mi mamá se bajó con 50 Bs.F. Ella es jubilada que va para 80 años, y es fanática de Globovisión en casa, adonde no se prende VTV. Ella me comenta mucho las noticias, a veces me ha llamado al trabajo para darme algunas.

No soy fan del Gobierno.

Me encanta la competencia y viajar a Miami.

Dicho eso, voy al asunto. La política informativa de Globovisión y su presencia en casa.

Hace algunas semanas, mi madre vino con un tanto de disgusto a decirme que estaban allanando la casa del ex gobernador de Aragua Didalco Bolívar, y se quejaba por eso porque era persecución. Le pregunté por dónde se había enterado de eso, y me dijo que por Globovisión.

Yo, que recibo por el blackberry los boletines informativos de la Fiscalía, le comenté que se trataba de un caso de unos equipos hospitalarios adquiridos para unos centros de salud que no se construyeron. Le informé que se habían encontrado en unos galpones, y que los empresarios dueños de los mismos se habían declarado culpables ante la Fiscalía, y estaban para recibir sentencia.

-Mamá, ¿Y Globovisión no informó eso? -le pregunté.

-No, no lo dijo.

A los dos días, vino otra vez a la hora de la cena, comentando que habían allanado la casa de la periodista de Globovisión quien denunció la persecución contra Didalco Bolívar.

Por la misma vía anterior, yo había recibido la información oficial del asunto. Y lo dije.

-Mamá, la Fiscalía dice que investiga a esa periodista porque la casa donde vive se la paga uno de los involucrados en el caso. ¿Y eso no te lo dijo Globovisión?.

-No, no lo dijo -contestó ella, que dice que a mucha honra es “escuálida”.

El internáuta deberá notar aquí que no hago juicio de valor sobre el contenido de las informaciones, ni sobre como el caso debe terminar. Eso no interesa para nuestro asunto. Sólo intento destacar que Globovisión no le dio a mi madre información completa e imparcial sobre lo que se estaba reportando, de manera que ella tuviera oportunidad de formarse una opinión debidamente fundamentada.

Son muchos los reporteros que han tenido la sagacidad para registrarse en la lista de correos de Prensa de la Fiscalía General. Créanme que los responsables de Globovisión también están inscritos, y por eso estaban informados al momento de lo que estaba pasando con el caso.

Pero su información en ambos casos fue parcial.

Le he advertido a mi madre que debe tener cuidado con esas noticias. Meses antes, fui yo quien la llamé para que viera otro caso. Globovisión acababa de dar una exclusiva sobre el tema de los sueldos de los parlamentarios, que fue denunciado por Chávez. Consiguió la nómina de un diputado oficialista -Oscar Figuera (PCV)- quien gana 10 mil Bs.F. Lo entrevistaron en una agresiva pero impecable actitud periodística de Beatriz Adrián.

Globovisión pareció estar muy interesada en el tema. La entrevista la pasaron, calculo yo, unas 10 veces esa noche.

Pero horas más tarde, en el programa Buenas Noches presentan a otro diputado: Juan José Molina, de Podemos (Oposición). Tres periodistas le lanzan las preguntas y comentarios.

Pero el tema de su sueldo no aparece.

Me considero fundamentalmente un reportero. Y en esa calidad me preguntaba: ¿en qué están pensando estos tres? Tienen su noticia del día enfrente y se dedican a ponerle al diputado bombitas para que se las batée.

¿En qué andan ellos? Porque aquello pareció más a otra cosa que al periodismo sincero y plural.

Al menos sentí alguna satisfacción, porque le demostré el hecho a mi madre para que tuviera elementos de análisis cuando reciba noticias de Globovisión.

Ahora reporto un hecho delicado. El caso de los problemas con el gobierno colombiano. En medio de la reciente disputa por las bases militares, Globovisión anunció un reportaje como investigación sobre los antecedentes de las controversias entre los gobiernos de ambos países. Pero en el reportaje sólo aparecían videos de imágenes del presidente Chávez vociferando contra el mandatario Uribe.

Sólo los ataques desde Venezuela hacia Colombia. No se incluyó ninguna mención a los ataques que desde Colombia le han hecho al Gobierno venezolano.

La verdad fue que como ciudadano venezolano aquello no me cayó simpático.

No había ninguna mención, por ejemplo, al hecho de que un ministro colombiano había recibido en Bogotá a un alto funcionario del Pentágono, y a la salida del encuentro dieron una rueda de prensa en la que el norteamericano casi dijo que el Gobierno venezolano estaba aliado con el narcotráfico.

Ese ataque concreto y provocador no se reportó.

Sólo aparecía Chávez.

De esto le escribí por Facebook a mi amiga Lysber Ramos Sol, jefe de Investigación de Globovisión, y le comenté lo delicado que me parecía el asunto y le agregué además: “Los colombianos también echan vaina”.

Pero eso que a mi me tocó debe haber indignado a cualquier chavista que haya visto aquello con ojo crítico.

Nótese que no hago juicio de valor sobre si las bases militares son buenas o malas ni sobre el evento del armamento venezolano encontrado en poder de las Farc.

Esas son cosas de la política. Yo estoy hablando de técnica en periodismo.

De como Globovisión presentó su anunciado reportaje de investigación.

Los empresarios dueños de Globovision tienen el derecho constitucional a marchar en manifestaciones del bando político que respalden, tal como lo hacen. Pero cabe preguntarse si cumplen con el espíritu de la Constitución cuando, en nombre de la libertad de expresión y usando un instrumento que no es de ellos sino de toda nuestra comunidad ciudadana, la enfilan en sus informaciones contra un grupo social mientras protegen políticamente a otro, tal como lo he reportado, y además lo han hecho hasta con gobiernos extranjeros. ¿No tiene derecho mi octogenaria madre a recibir una información imparcial y plural de un medio que usa una señal de la cual ella es también copropietaria?

De estas cosas pensé la semana pasada cuando el Gobierno anunció que abriría otra investigación contra esa planta televisiva por la presunta difusión de mensajes de texto llamando al golpe de estado. Dejaron pasar 7 mensajes, según reportó VTV.

Si me apuran un poco, afirmaré una cosa que no puedo probar, pero me temo. Esos mensajes de texto habrían sido enviados por gente del Gobierno, en medio de la guerrita con la planta televisiva. Es decir, un “peine”.

Y cayó Globovisión, que ahora no le queda más que alegar su propia torpeza.

Y eso, amigo internáuta, es la política.

En eso se metieron los dueños de la empresa cuando decidieron desafiar a un sistema político en la forma en que he reportado sólo algunos detalles. Lo paradójico es que ahora Globovisión alega que no está metida en golpe de estado, exactamente lo mismo que dijo en abril de 2002, cuando, entre otras cosas, su silencio informativo sugirió que sí andaba en algo raro.

* Carlos Subero es periodista venezolano, especialista en periodismo de precisión. Trabaja en el diario El Universal, de Caracas. Este texto lo publicó en su blog y se reproduce con autorización expresa de au sutor, como su primera colaboración para Sala de Prensa.
Tomado de http://www.saladeprensa.org/

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