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foto: almomento.net |
Hace 30 años, los asesores haitianos y
estadounidenses del dictador Jean-Claude Duvalier compartían la misma visión
del futuro de Haití: el país debería ser el "Taiwán de El Caribe". Es
decir: un gigantesco complejo de maquilas que garantizaría salarios de miseria
en las industrias de textil, electrónica y de fabricación de implementos de
béisbol de Estados Unidos. La 'reconstrucción' del país va por el mismo camino.
Tres décadas después de esta visión, el gobierno
de Michel Martelly, la Comisión Interina para la Reconstrucción de Haití
(CIRH), el Departamento de Estado de Estados Unidos, el Banco Mundial (BM), el
Banco Interamericano de Desarrollo (BID), otras instituciones financieras
internacionales, George Soros y otros actores implicados en la 'reconstrucción'
de Haití planean lograr que 200 o quizás 500 mil obreras y obreros haitianos
trabajen con salarios de hambre en las "zonas francas" y en los
"parques industriales" (eufemismo para nombrar las maquilas donde se
ensamblan piezas importadas libres de impuestos, que a su vez serán
re-exportadas sin pagar impuestos).
HAY UN
PROBLEMA
"Hay un problema en mi país: trabajo en
una fábrica hace 25 años y todavía no tengo casa propia", le confió
Evelyne Pierre-Paul a Ayiti Kale Je (AKJ). Evelyn tiene 50 años y tres hijos.
Antes del terremoto de enero de 2010 vivía en un cuarto de alquiler. Veintidós
meses después del seísmo, ella y su familia continúan hacinados en una tienda
en uno de los sórdidos campos de refugiados de Puerto Príncipe. Su salario es
de 225 gourdes (4,69 $US) por día. Esa suma no alcanza para cubrir ni siquiera
la mitad de los gastos básicos de una familia. Por eso, no todos los hijos de
Evelyne Pierre-Paul pueden ir a la escuela. "El día de pago, después de
cubrir las deudas no me queda casi nada", explica Evelyn, que cose
vestidos para One World Apparel, una fábrica gigantesca donde las obreras y
obreros cortan y cosen vestidos para K-Mart, Wal-Mart y algunas compañías que
venden uniformes.
Según Ayiti Kale Je (AKJ), en 2011, había en las
maquilas haitianas cerca de 29 mil trabajadores, de los cuales el 65% son
mujeres, que cortaban y cosían vestidos para Banana Republic, Gap, Gildan
Activewear, Levis y otras marcas. La agencia haitiana señala que su salario es
más bajo que en los tiempos de la dictadura de "Bebé Doc".
El estudio 'Time for a «High-Road» Approach to
EPZ Development in Haiti', de Yasmine Shamsie, señala que el modelo de las
zonas francas donde funcionan las maquilas ha incrementado la concentración de
la riqueza y de las desigualdades entre las regiones en Haití, ha contribuido a
aumentar el precio de la alimentación y la vivienda, y ha impulsado el
crecimiento de cordones de miseria alrededor de las fábricas porque los
salarios excesivamente bajos impiden que las obreras y obreros puedan pagar una
vivienda digna y segura.
EL PARQUE INDUSTRIAL CARACOL
En octubre de 2012 el gobierno haitiano y
algunas autoridades de los "países amigos de Haití" vieron su sueño
hacerse realidad durante la inauguración del Parque Industrial Caracol (PIC)
que, según ellos, creará 20 mil -tal vez 65 mil- empleos. El PIC fue presentado
como la "joya de la corona" de la 'reconstrucción' después de la
catástrofe de enero del 2010.
El presidente Michel Martelly aprovechó la
ocasión para repetir una vez más que "Haití es un país abierto a los
negocios". Multimillonarios, actores y gobernantes extranjeros aplaudieron
al presidente. Los folletos de promoción de Caracol prometían que el parque
haría de Haití un país "competitivo a nivel mundial, sin comprometer los
estándares laborales y ambientales".
El PIC es un proyecto de los gobiernos de Haití,
Estados Unidos y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). La agencia
haitiana de información Ayiti Kale Je (AKJ) revela que, un año después de
iniciar operaciones, 1.388 personas trabajan en el Parque Industrial Caracol,
entre estos 26 personas de otros países y 24 agentes de seguridad. La maquila
coreana que emplea el mayor número de personas es S&H Global, una filial de
SAE-A Trading. Esta maquila ensambla ropa para marcas estadounidenses como JC
Penny, WalMart y otras.
Según el New York Times, antes de que se firmara
el acuerdo para que la fábrica coreana se estableciera en Caracol, la AFL-CIO,
la mayor federación de sindicatos de los Estados Unidos, instó a los
funcionarios estadounidenses e internacionales a reconsiderar abrir las puertas
de Caracol a SAE-A Trading y, les envió información detallada sobre la
"represión antisindical atroz" que Sae-A llevó a cabo en Guatemala,
que incluyó "actos de violencia e intimidación". En la información,
Homero Fuentes, quien supervisa las fábricas para los minoristas
estadounidenses, clasifica a Sae-A como "uno de los violadores más
importantes de las normas laborales."
La advertencia de AFL-CIO fue desoída. Como en
la mayoría de maquilas, en Caracol, S&H Global ha contratado sobre todo a
mujeres jóvenes. A pesar de que el salario mínimo en Haití es de 300 gourdes
por día, la maquila coreana paga 200 gourdes (4,75 $ US). AKJ pudo establecer
que una obrera puede gastar 61 gourdes en transporte y 82 en alimentación. Sólo
le restarían 57 gourdes o 1,36 $ US para los gastos de su familia.
Una de las obreras entrevistadas por AKJ
declaro: "Nos tratan como a bestias. Nos gritan. Los alimentos que nos
venden están mal preparados, solo nos dan agua caliente, trabajamos sin
cubreboca, el polvo nos entra en la nariz. Los supervisores no nos respetan, no
nos consideran como a seres humanos, nos golpean con los vestidos que estamos
cosiendo". A pesar de que SAE-A asegura respetar el código de trabajo de
Haití, se negó a recibir a un grupo de reporteros de AKJ en su fábrica en
Caracol.
COMPITIENDO CON CHINA
El economista haitiano y profesor de
l'Université d'État de Haïti Frédérick Gérald Chéry explica que el salario
pagado en las fábricas de ensamblaje, con la complicidad del gobierno haitiano,
no contribuye al crecimiento de la economía. "El salario mínimo se debe
fijar en términos de la canasta básica y de los precios de los productos
locales. No podemos empujar a un obrero a comprar maíz importado de Estados
Unidos", advierte Chéry.
La exministra de Asuntos Sociales, Josépha
Raymond Gauthier, reconoció en una entrevista que los salarios son bajos, pero
se apresuró a repetir la misma justificación que enarbolan los dueños de las
ensambladoras. "Alguien que trabaja (en una maquila) no va a volverse rico
de la noche a la mañana. Pero el que no trabaja, no tiene ninguna
esperanza".
Los que trabajan en las maquilas haitianas
tampoco pueden hacerse muchas esperanzas. Todas las compañías que se instalarán
en el PIC se beneficiarán de incentivos fiscales, y las maquilas de ropa tienen
privilegios suplementarios en virtud de la ley HELP (Haiti Economic Lift
Program, por sus siglas en inglés), aprobada después del terremoto por el Congreso
de Estados Unidos. La ley triplica las cuotas de exoneración de aduana para las
exportaciones de ropa fabricada en Haití a los Estados Unidos hasta el año
2020. Como contrapartida, Haití se comprometió a garantizar que los salarios
permanecerán a un nivel "suficientemente" bajo. De hecho, el informe
"Private Sector Development in Haiti: Opportunities for Investment, Job
Creation and Growth The World", preparado por el Banco Mundial y el BID
para el Forum Económico Mundial de Davos en 2011, señala que para ese año el
costo de la mano de obra en Haití era "perfectamente competitivo con el de
China".
Desplazamiento a cambio de salarios de hambre
Para construir el Parque Industrial Caracol, el
gobierno haitiano y sus socios (BID y el Departamento de Estado de Estados
Unidos) desplazaron a 366 familias que explotaban 250 hectáreas de tierras
fértiles. La producción de estas parcelas aseguraba la sobrevivencia de cerca
de 2.500 personas y el trabajo de 750 agricultores. Desde noviembre de 2011, el
espacio que ocupaban los agricultores fue asfaltado con el fin de construir
hangares en donde supuestamente funcionarán las maquilas.
Las autoridades haitianas han declarado que han
indemnizado a los agricultores y que han encontrado un espacio para reubicarlos
cerca de Glaudine. Pero, después de dos años, los agricultores se muestran
escépticos. Recuerdan que en la zona de Ouanaminthe, donde se construyó el
Parque Industrial CODEVI, en 2003, todavía hay agricultores expulsados que no
han recibido la tierra que les prometieron.
Antes Caracol era el granero del departamento
del Noreste. Pero "en este momento escasean los productos agrícolas,
vivimos en la miseria", señaló a AKJ el agricultor expulsado Breus
Wilcien. Vilsaint Joseph, una de las autoridades de la comunidad, recuerda:
"Antes, cuando se recogía la cosecha, los camiones salían cargados de maíz
y frijoles hacia Puerto Príncipe".
Aunque cualquier persona con tres dedos de
frente, el gobierno de Martelly y los onerosos estudios de las agencias de
cooperación y las Naciones Unidas identifican la producción de alimentos y la
seguridad alimentaria como una de las prioridades del país, la
"reconstrucción" financiada y apoyada por actores extranjeros
continúa dando prioridad a la visión de Haití como "país-maquila" en
detrimento del apoyo a los pequeños agricultores.
En una entrevista realizada
por el New York Times en 2012, José Agustín Aguerre, director del BID en Haití
(entidad que financia el parque industrial Caracol), reconoció que "crear
una industria de maquila de ropa es una opción que todo el mundo intenta
evitar". El muy bien pagado funcionario Aguerre consideró esta opción
"como un último recurso". Pero aseguró que la maquila es "una
buena oportunidad" para Haití, "aunque los salarios son bajos".
Y para finalizar declaró: "Sí, mañana las compañías podrían irse porque
encuentran mejores lugares. Pero todo el mundo piensa que esta apuesta valía la
pena (para Haití)". Aguerre se refería a "todo el mundo" en el
BID.