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sábado, 29 de enero de 2011

JOSE MARTI, POR JOSE MARIA VARGAS VILA

jose marti
¡Paso! Indignado, soñador, melancólico;

¡Paso ¡con el enjambre de sus sueños; con la tempestad de sus cóleras; con sus tristezas de vencido; con el rumor de sus estrofas; con el himno triunfal de su palabra;

¿Soñador? Así lo llaman: ¡sueño sublime!

¡Oh la libertad, hermoso sueño!


Con ella soñaba Bolívar e Jamaica mirando la mar turbia, el cielo negro, escapado al puñal, y triste y solo….


Martí fue el verbo de cuba luchadora;


Su acento pasaba por sobre las multitudes como un grande y generoso soplo, venido del océano inmenso, del campo libre, lleno de aromas, respirando vida;


El murmuraba al oído del emigrado, del vencido, del enfermo, la mágica palabra: esperanza;


El iba a todas las almas murmurándoles no se qué tierno acento de cariño; no sé qué extraño y asordador himno de grandeza.


Martí era el acento melancólico del alma cubana; que iba gimiendo a veces solitaria y doliente, y en otras se alza vibradora y terrible; que herida se recogía para llorar a sus montes como una paloma azul entre su nido, e indignada se alzaba otras, como un cóndor bravío lanzando gritos siniestros…


La elocuencia de Martí, era la del corazón, su frase obscura a veces, coloreada, radiante en otras, salía de sus labios impregnada de sentimientos, ya vaga como la tristeza que agobiaba su alma, ya tempestuosa y soberbia como la indignación que lo poseía ;


Oyéndole, se pensaba en la patria, en la libertad, en el bien; se alzaba en las lontananzas del recuerdo, los mirajes de los bosques patrios; se oía como el rumor de vergniaud… su misma juventud; su mismo aspecto pensador y triste; su misma frase pulida como armadura de antiguo caballero en día de justa; el mismo culto a la pureza del sentimiento y a la castidad de la frase, el amor desbordante por el pueblo; el mismo corazón sereno y tierno; la misma vasta erudición clásica; la misma estoica resignación al martirio… todo lo mismo; pero más fuerza, mas realidad, mas lucha en Martí;


Cuando principiaba a hablar con la frente inclinada, como si pesara sobre ella todos los dolores de su patria, se veía allí al vencido doloroso;


Más cuando echaba atrás su cabeza poderosa, sacudía su cabellera y lanzaba su frase indignada, se veía de pie al apóstol, aquel cuyo verbo condensado llego a ser luego una tormenta;


Tristezas infinitas de la patria; entusiasmos de lucha y de batalla, eso inspiraba el acento de Martí;


Su elocuencia no asordaba, no cegaba, imponía con imponencia mágica;


Como con una tempestad en el polo, en que no se escuchaba vibrar el trueno y solo se ven brillar los relámpagos rojizos en la entraña de la nube oscura, allá donde van las olas en tropel, el mar espumea furioso, y sobre el abismo negro brilla el cielo incendiado…


Cuba ha tenido muchas representaciones egregias de su energía; pero el pensamiento de su independencia tuvo en Martí la más pura, la más elocuente y la más sincera de sus voces;


Así quedara para el mundo como el más bello gesto de heroísmo lirico, el más puro acento, la más alta voz de cuba irredenta, en esa hora crepuscular que precedió a la grande aurora de su redención política.


Martí, fue su profeta y fue su mártir; quedara en la conciencia de América como, el más grande tribuno de la emancipación , el genio sonoro y triste de la patria, el poeta de la libertad, el enorme poeta doloroso, muriendo sobre el árbol de su cruz;


¿Fue un soñador?


Sea…


Fue el inmenso soñador desesperado, que voló hacia la muerte, en un vuelo de fuego, incendiando a su paso los cielos taciturnos de la historia.


Del libro, “los divinos y los humanos”, pagina 123, año 1892, isla de curazao
FOTO:jose maria vargas vila

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