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domingo, 1 de agosto de 2010

La contabilidad imaginativa del doctor Uribe

Francisco Torres, julio 26 de 2010

Por estos días anda muy atareado el transitorio inquilino de la Casa de Nariño entregando el balance de sus ocho años de administración. Libro de cuentas que promete ser una lectura muy aleccionadora, sobre todo para algunos avisados auditores que desde el Solio de Bolívar están recibiendo el mal ejemplo de cómo se hace un balance con “contabilidad imaginativa”. Ya habían aprendido bastante con el paradigma de los grandes bancos norteamericanos y europeos que reportaron ganancias el mismo año en que se los llevó el demonio de la quiebra, pero el libro de Uribe es tan creativo e imaginativo que no le aguanta comparación ni siquiera el de Madoff, el de la pirámide internacional.
El desempleo se redujo gracias a que muchos sin pan fueron catalogados como personas que no buscan trabajo. Claro, sí ya se cansaron de pasar hojas de vida. Pues bien, por esa vía dejaron de ser desempleados y pasaron a la columna de los logros del gobierno.
La multitud fabulosa de los subempleados que sobreviven por obra y gracia de los malabares del rebusque vendiendo minutos, tinto y arepas fueron designados como “emprendedores” y van palo arriba en la escala social. Ya casi ascienden a capitalistas y como tal son un evidentísimo fruto gubernamental.
Los desplazados devinieron en inmigrantes que cansados de ver todos los días el burro y las cuatro gallinas decidieron probar suerte en los semáforos de las ciudades ¿Y no es un acierto del gobierno permitir e incentivar el turismo por la patria para que los hijos de nuestros campesinos conozcan su desarrollo? Otro punto a favor.
La desigualdad social de la cual ya casi alcanzamos el campeonato mundial, la destrucción de comunidades enteras, el desplazamiento y el hambre se transmutaron en “cohesión social” y por consiguiente transitaron a ser parte de los activos de estos dos cuatrenios.
Se entregan las arenas de los ríos y las cumbres de las montañas al estruendo de las grandes máquinas de las empresas mineras foráneas. Se echará mercurio a las entrañas de los páramos, el hollín del carbón ensucia el paisaje del Cesar y la Guajira y los manteles de los hoteles del Rodadero ¿Se preocupa este gobierno por el ambiente? Por supuesto, ¿no han visto como quiere el hacendado Uribe los caballos que chalanea?
En el campo de la seguridad acudió además al maquillaje de las cuentas con la alegría y el empeño de un albañil borracho echando pañete a la lata. Debajo de toneladas de cemento cosmético y tierra real están sepultados los miles de jóvenes sacrificados en los falsos positivos. Las chuzadas y la persecución por cielo, mar y tierra en el espacio real y el ciberespacio contra la oposición, la corte y periodistas independientes están justificadas porque sirven a la seguridad democrática. Otro gol metido con la mano.
El año pasado la economía cayó en la recesión ¿Es eso malo? No, porque pudiera haber sido peor. Y si el hueco hubiera sido más profundo, mejor: habríamos encontrado petróleo. Y ahí vamos, ya el gobierno apuntó a su favor millón y medio de barriles diarios que no se están produciendo. Nuevamente gol del director Uribe y su afamada escuadra.
El déficit fiscal crece como bola de nieve, la plata no le alcanza al Estado, la salud está en quiebra, la educación sometida a una tacañería asfixiante. Solución: bajarle los impuestos a las grandes empresas, quitarle el impuesto de remesas a las multinacionales, crear a diestra y siniestra zonas francas en donde no pagan impuestos las mismas empresas. Rebaja, exención, concesión de las riquezas naturales ¿Es eso una contradicción insoportable? No señor, es la máxima sabiduría hacendista. Póngalo en el haber.
País de propietarios. Sí señor, sólo que los campesinos perdieron sus tierras por la destrucción del agro con la Apertura Económica y la violencia, la gente de las ciudades se hacina en la miseria estremecedora de los inquilinatos e invasiones y el Gobierno no hace ningún esfuerzo por solucionar el problema de la vivienda. Bueno, pero la propaganda repetida miles de veces dice: Colombia, país de propietarios. Debe ser cierto.
Colombia arrasada por las multinacionales y en espera de las sucesivas sillas eléctricas de los TLCs con Estados Unidos, Canadá, la Unión Europea y otros que acabarán de achicharrar su industria, agricultura y ganadería. Colombia, peón de brega de los Estados Unidos, violado en su dignidad y soberanía por las bases del ejército más brutal, expansionista y genocida que asola el planeta. Y eso se llama patriotismo. Tanto, que el doctor Uribe siempre se coloca la mano en el pecho, encima del corazón, al escuchar un himno, no interesa que sea el de Colombia o el de Estados Unidos. Para él es lo mismo.
La contabilidad imaginativa, el maquillaje de las cifras, el eufemismo, la sobreinformación, la selección ventajosa, la descontextualización, las falsedades, el rumor son los “daños colaterales” que sufrimos. Bien pueda ser que abriendo los ojos la mayoría de los colombianos pongan las cosas al derecho exigiéndole cuentas estrechas al señor del Ubérrimo y a sus confederados que el siete de agosto comienzan otros cuatro años en los cuales prometen ser más imaginativos en el engaño, como quiera que ya lo adelantan bajo el camuflaje de la mentira absolutamente escandalosa de la “unidad nacional”.

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